Sólo le agrego que está la ganó Arturo Garza E. lleva 1 punto
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Una guerra absurda
1969 sin duda fue un año especial. El mundo vivía la Guerra Fría, las dos potencias competían por llegar a la luna y la Guerra de Vietnam acaparaba los titulares de la prensa.
Los hippies por su lado se desconectaron del mundo belicista y organizaban en una granja de Bethel, NY, el mítico y más grande festival de la música,
Woodstock (puedes dar clic sobre la palabra en azul para ver sobre el festival.
Latinoamérica se encontraba caldeada y tomaban cuerpo las tendencias de izquierda, mientras los militares esperaban agazapados para derrocar presidentes y tomarse el poder mediante las armas.
Así las cosas, ese mismo año en Centroamérica, Honduras y El Salvador se enfrentaron en una guerra que no duró ni siquiera una semana, pero su detonante fue bastante sui géneris.
La expulsión de miles de campesinos salvadoreños de Honduras, promovida por el gobierno militar de ese entonces encendió los ánimos. Y en El Salvador, el regreso de esos miles de compatriotas ponía en aprietos socioeconómicos al pequeño país que no podía absorber toda esa población desempleada. De paso El Salvador era el país centroamericano más densamente poblado.
Para colmo, justo en esos meses, las selecciones de fútbol de ambos países disputaban una plaza para el mundial de fútbol México 70.
El partido de ida se jugaba en Tegucigalpa el 6 de Junio, los hinchas hondureños se instalaron en las afueras del hotel donde dormía el equipo salvadoreño y armaron tremendo alboroto con pitos, bombos e insultos, todo obviamente para impedir que pueda descansar el equipo rival.
El partido lo gana Honduras por 1-0, consiguiendo el gol en el último minuto. En ese momento una joven salvadoreña que seguía el partido por televisión, se suicida de un disparo al no poder soportar “la humillación recibida por su patria”, hecho que es difundido enseguida por los periódicos locales, claro, con su respectiva dosis de patrioterismo.
Al funeral de esta chica acuden miembros del gobierno, del ejército y el equipo completo de fútbol de El Salvador, que empieza a preparar el partido de vuelta, a jugarse una semana después. En esta ocasión el equipo de Honduras es el que no puede dormir porque los hinchas salvadoreños les devuelven la visita, y les rompen hasta los cristales de las habitaciones del hotel.
Los jugadores tienen que salir al estadio en carros blindados, y atemorizados ven como la bandera de su país es quemada en el estadio mientras se entonaban los respectivos himnos.
Ahora El Salvador gana en su cancha 1-0 y los hinchas hondureños huyen en medio de disturbios y actos vandálicos que terminan con dos muertos y decenas de heridos.
La frontera entre los dos países queda cerrada. El revanchismo y la xenofobia se apoderan de lado y lado.
Debía jugarse un tercer partido de desempate en cancha neutral.
Este partido se lo juega el 27 de junio en México D. F. con las hinchadas de ambos países separadas por cinco mil policías mexicanos. Gana El Salvador por 3-2, y por lo tanto se queda con el pasaporte al mundial.
En medio de tanta tensión se avizoraba una guerra. Finalmente pasó lo que tanto se temía, y el 14 de julio de 1969, la Fuerza Aérea salvadoreña atacó por sorpresa el aeropuerto de Toncontín, en Tegucigalpa y varios poblados fronterizos.
La guerra no duró más de 6 días -también se le llama guerra de las cien horas-ya que se ordenó un alto al fuego negociado por la OEA.
En este conflicto murieron más de 5000 personas y algunos historiadores la han llamado La Guerra del fútbol, lo cual es erróneo puesto que aquí el deporte fue sólo un pretexto para ver quien se hacía cargo de más de 300 mil salvadoreños desplazados que nadie quería recibir.
La frágil y difusa frontera quedó intacta y una parte de los emigrantes se marcharon de Honduras.
Después de esta escaramuza, los ejércitos de ambos países se rearmaron, no nos olvidemos que estaban bajo regímenes militares.
Bueno, como epílogo les puedo contar que el mundial de 1970 lo ganó Brasil de la mano de Pelé y que el equipo salvadoreño terminó último de su grupo; le encajaron 9 goles en tres partidos y no anotó ninguno.Todas las guerras son absurdas, y la historia nos cuenta que hubo conflictos bélicos donde los detonantes fueron demasiado triviales, pero el que acabamos de ver, no deja de llamar la atención por lo hechos que la desencadenaron y el triste saldo que dejó en dos países hermanos.
Que mal les hacen a los pueblos esos nacionalismos obcecados. Todo empieza como simples discursos populistas, pero nadie sabe como terminarán.